La Comisión de Matronas del Colegio de Enfermería de Bizkaia muestra la perspectiva feminista al colectivo profesional

27 de Mayo de 2025
La Comisión de Matronas del Colegio de Enfermería de Bizkaia muestra la perspectiva feminista al colectivo profesional

La comisión de Matronas del Colegio de Enfermería de Bizkaia, en el marco del Día Internacional de la Matrona, que se celebra anualmente en mayo, ha celebrado recientemente dos actos para mostrar la perspectiva feminista al colectivo profesional.

 

Así, la comisión, con la matrona Begoña Martínez Borde al frente, celebró el pasado 13 de mayo en las aulas colegiales, en Bilbao, una jornada y un curso. La jornada se tituló ‘Sexualidad, capitalismo y mujer’. En ella participaron Amelia Tiganus, con la ponencia ‘Las conexiones entre violencia sexual, pornografía y prostitución: propuestas éticas para vivir una sexualidad saludable’; Nerea Novo, quien impartió la charla ‘Ciberdelincuencia machista: diferente formato, misma opresión’; Miriam Alemán Calatayud, con la conferencia ‘¿Quién le teme al porno feroz?’; y Janire Miranda, con ‘La voz de la vulva’, la que cerró la jornada.

 

Al día siguiente, 14 de mayo, tuvo lugar el curso ‘¿Cómo acercar la educación sexual feminista a los y las jóvenes?’, que fue impartido por las ya citadas Janire Miranda y Miriam Alemán. El contenido del curso incluyó los siguientes aspectos: ‘Contexto social actual. ¿Es lo mismo trabajar ahora que hace 15 años? ¿Cómo hacer educación sexual en tiempos de agitación política?’; ‘Adultismo y adolescencia’; ‘Aprendiendo a ser hombres, aprendiendo a ser mujeres: El papel del género en la educación sexual’; ‘Aprendizaje de la sexualidad: ¿Tabú, peligro o porno?’; ‘Construcción normativa de la sexualidad’; y ‘Los modelos de educación sexual. Educación Sexual Integral’.

 

Prostitución y violencia

Amelia Tiganus compartió su testimonio y análisis sobre el sistema prostitucional, destacando su carácter estructural y violento. Subrayó cómo la prostitución no puede entenderse «de forma aislada», sino como parte de «un entramado económico, político y cultural que instrumentaliza el cuerpo de las mujeres, especialmente las más vulnerables».

 

Tiganus comenzó afirmando que la prostitución es una forma de violencia contra las mujeres, «no un trabajo ni una elección libre». Esto supone asistir a las víctimas «proporcionando salidas del sistema prostitucional y recursos para su recuperación» al tiempo que se persigue y sanciona a los perpetradores, «no solo proxenetas, sino puteros, entendiéndolos como los agresores sexuales de estas víctimas a los que no se exime de responsabilidad por el intercambio de dinero».

 

Tiganus hizo una lectura política del sistema prostitucional: «no es una cuestión individual, sino un fenómeno estructural con implicaciones sociales y culturales». Citó el dato de que el 60% de las mujeres prostituidas en la Europa “rica” provenían de su país, Rumanía, que se había convertido en el mayor exportador de mujeres en el continente.

 

Además, el cambio del sistema prostitucional adaptado a nuestros tiempos ha implicado que cada vez más mujeres reciban el mensaje de que la prostitución es una salida laboral o un recurso para salir de situaciones de vulnerabilidad económica, ignorando las consecuencias para la salud que tiene. «Esto pone en peligro cada vez a más mujeres, ya que no son solo las más marginadas y discriminadas las que son el objetivo de esta industria», añadió.

 

También habló de la normalización de la prostitución a través de las nuevas tecnologías: «las tecnologías están siendo utilizadas para expandir y legitimar este sistema de explotación. Con discursos más o menos sutiles, las jóvenes reciben el mensaje de que la prostitución (en su concepción más amplia, incluyendo la pornografía) es una forma de ganarse la vida sin hacer mucho esfuerzo. Ni una cosa, ni la otra. La prostitución empobrece y endeuda a las víctimas, de las que obtiene un rédito económico que incluso se ha incluido en el cálculo del producto interior bruto español».

 

Tiganus concluyó su alocución con una crítica al regulacionismo: «este modelo promueve una división entre mujeres deseables y sacrificables, perpetuando la desigualdad. Como alternativa, el abolicionismo no significa prohibición, sino deslegitimación del sistema prostitucional y construcción de alternativas dignas para las mujeres». Para la ponente, esto implica «la creación de itinerarios de salida de la prostitución y sanción de todos los actores que se benefician de ella (proxenetas y puteros). Al entenderse como una forma de violencia contra las mujeres, se aplica la misma lógica que en la violencia de género».

 

Impacto de la pornografía

Por otro lado, Nerea Novo, directora de investigación y proyectos de Emargi, abordó el impacto del consumo de pornografía, especialmente en menores, y cómo este fenómeno está vinculado con la ciberdelincuencia y la violencia digital. Alertó sobre la «normalización de discursos misóginos en entornos digitales», y cómo la industria pornográfica «refuerza ideas que erosionan la igualdad entre los sexos».

 

Entre los diversos puntos de su intervención, se refirió a que la pornografía actúa «como un educador sexual de facto para menores, transmitiendo mensajes misóginos y violentos. Cada vez se accede a edades más tempranas (8 años) y, a menudo, se recibe contenido pornográfico sin buscarlo, compartido por amigos o familiares, o directamente insertado en las redes sociales que utilizan a diario».

 

Novo citó un dato obtenido en una investigación realizada en el instituto de enseñanza secundaria Berrio-Otxoa, según el cual uno de cada tres menores encuestados había sido contactado o contactada por desconocidos a través de las redes sociales (el 24,4%).

 

«Este acceso prematuro y sin filtros por parte de menores a contenidos pornográficos refuerza roles de dominación masculina y sumisión femenina. Por eso vemos cada vez más una polarización de la población joven y adolescente, en la que la conciencia feminista es amplia entre las chicas, mientras que ellos son cada vez más reaccionarios», comentó.

 

Además, para la directora de investigación y proyectos de Emargi, la interiorización del derecho de acceso al cuerpo femenino por parte de los varones es simplemente incompatible con la igualdad. «Tanto la pornografía como la prostitución normalizan estos comportamientos y alejan a los jóvenes y adolescentes de relaciones igualitarias con sus pares. La frustración por esta desconexión fomenta también las reacciones violentas». En este sentido, citó un estudio (Ballester et al, 2022) que realizó una revisión sistemática de dos centenares de investigaciones sobre las consecuencias del consumo de pornografía y coincide con esta lectura: «acentúa la desigualdad de género, fomenta actitudes sexuales de riesgo y comportamientos violentos y desarrolla percepciones distorsionadas de la realidad que impiden una vida social saludable».

 

Otro aspecto que puso de relieve Nerea Novo fue que, tal y como dijo, la industria pornográfica contribuye a la ciberdelincuencia: «‘grooming’, ‘sextorsión’, difusión no consentida de imágenes, etc. Son actitudes y comportamientos tan normalizados que muchos adolescentes cometen delitos de pornografía infantil sin si quiera saberlo, difundiendo contenidos pornográficos de menores de edad que a menudo generan grandes conflictos en los centros educativos y en sus entornos sociales».

 

La representante de Emargi concluyó destacando ante la audiencia que hay una «necesidad urgente de educación afectivo-sexual con perspectiva de género y de políticas públicas que regulen el acceso a contenidos violentos y sexistas», en línea con otra pilar del «modelo abolicionista: la prevención y sensibilización para su erradicación».

 

¿Quién le teme al porno feroz?

A continuación, siguiendo con la temática relacionada con la pornografía, Miriam Alemán Calatayud, en relación a su ponencia titulada ‘¿Quién le teme al porno feroz? Reflexiones críticas entorno a la pornografía en la adolescencia’, puso de relieve que la temática del porno hace tiempo que está «despertando pasiones» en la sociedad. «Un grueso importante de la opinión pública centra el debate en el porno en sí mismo. Pero esto es problemático desde la mirada de una educación sexual feminista. Si lo que nos preocupa del porno es que es machista, tendríamos que ampliar la mirada hacia todos aquellos agentes socializadores de las adolescentes que reproducen y fomentan el machismo».

 

Diferenciar “sexualidad” de “violencia sexual” es la clave del análisis, según dijo Miriam Alemán, y lo que debería centrar el debate, tal y como señaló, es determinar si existe un porno machista que reproduce violencia sexual y, además, un porno, es decir, una representación explícita de la sexualidad, que ni es machista ni es violencia. «Al machismo se lo tiene que combatir en todas sus manifestaciones y combatirlo en el porno no quiere decir prohibirlo ni estigmatizarlo, sino recuperarlo».

 

El debate necesario sobre sexualidades y adolescencias tiene que girar alrededor del modelo de educación sexual, afirmó la conferenciante, «apostando por una educación sexual que hable sin tabúes de aquello que los jóvenes quieren saber, que ayude a romper mitos asociados, que hable de prevención de riesgos, pero que no esté centrada en el peligro, que hable del placer, del placer de las chicas, de los estereotipos de género asociados a la sexualidad, que contemple la diversidad de cuerpos, de gustos, de identidades y preferencias, que nos permita conectar con un deseo más real y propio, que contemple la vulnerabilidad, la afectividad, la comunicación, las emociones, las relaciones, la responsabilidad, etc. Un espacio de aprendizaje multidireccional en el cual aprendamos todas y donde podamos no saberlo todo; en el que aprendamos que la sexualidad se va construyendo a lo largo de la vida. Quizás, de esta forma, no temeremos tanto al porno feroz», concluyó.

 

‘La voz de la vulva’

Janire Miranda Bárcena, matrona, indicó en su turno de intervención que las mujeres son un colectivo que históricamente ha tenido una educación que ha supuesto una construcción de su sexualidad «llena de contradicciones, prohibiciones y poco margen de maniobra. Carecemos del derecho al acceso, dignidad y respeto de nuestro cuerpo. Pero a la vez, los mensajes que recibimos nos exigen tener deseo y manejo de la sexualidad, pero sin pasarse, no sea que caigamos en la casilla del exceso y la repudia social que conlleva. Una sexualidad centrada en los deseos, construidos a partir del androcentrismo, sin espacio para imaginar, solicitar o acceder a nuestro imaginario, uno construido en base a nuestros gustos».

 

Para la matrona es «importante» entender de dónde y en qué sistema se vive para entender cómo se sostiene a día de hoy «está desigualdad». Las causas, para la ponente, son «el neoliberalismo, entender que se mercantiliza el cuerpo de las mujeres y la cultura de la violación, que normaliza situaciones que nos responsabilizan de la violencia que sufrimos».

 

La matrona puso de manifiesto que las mujeres hacen un gran esfuerzo por habitar su cuerpo. «Crecemos sabiendo qué tipo de formas, medidas y aspecto hemos de tener, incluso años antes de comenzar con los cambios de la pubertad. Con lo que nos enfrentamos a esos cambios fijándonos en qué está mal y qué deberíamos cambiar».

 

La conferenciante propuso que, para poder deshacerse de esos mensajes educativos que, según afirmó, impiden que las mujeres se desarrollen libremente, se ha de «empezar por conocernos. Concretamente, conocer nuestras vulvas, poder nombrarlas correctamente. Verlas con amor, dirigirnos a ellas con la mirada del buen trato y saber qué el asco, la realidad y la repulsa hacia nuestros genitales es impuesta. Si conseguimos ese objetivo, podremos pasar a aceptarnos tal y como somos. Para llegar al gran objetivo, que será querernos y así poder vivir la erótica de forma libre y satisfactoria».

 

Con humor, la matrona intentó explicar que esas diferencias percibidas entre hombres y mujeres «nos llevan a la desigualdad, incluso en la cama», apuntando que «la brecha orgásmica existe». Janire Miranda concluyó afirmando que «los estudios dicen que la satisfacción sexual en pareja es menor en mujeres heterosexuales y muy superior en hombres heterosexuales, por las dinámicas que se dan entre personas de diferente sexo».